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miércoles, 29 de septiembre de 2010

DESTINO MANIFIESTO

DESTINO MANIFIESTO
Así, igualito que en los cuentos de hadas, un ser sobrenatural, hada, espejito, ángel o cualquier otra cosa predice el destino de los personajes: “dormirás cien años”, “serás envenenada con una manzana”, “el lobo te comerá”. De nada vale lo que tú y otros hagan para tratar de salvarte, ese es tu destino del cual no escaparás. Algunos personajes de los cuentos han permanecido durante siglos en la memoria colectiva: Bella Durmiente, Blanca Nieves, Caperucita Roja, inmortalizadas por la industria de la diversión de Estados Unidos y Europa, inspiraron las películas de Walt Disney; son íconos de los parques de diversión “Disney Wordl” y apaledas en piñatas infantiles, decorando gelatinas, pasteles y otras golosinas llegaron a Nuestra América como una forma de transmisión de la cultura del destino manifiesto.
“Nos extenderemos por todo el continente” parecen decir los personajes de los cuentos, para que las niñas y los niños sepamos desde chiquititas y chiquititos, que hay destinos manifiestos, igual al que se arrogan los Estados Unidos de Norteamérica como derecho asignado por la Providencia “… para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno”. Cualquier similitud con el Tratado de Tordesillas, ese otro “experimento” de reparto del mundo y dominación colonial del Siglo XV no es coincidencia, es la misma cosa, es el mismo proceso.
Desde comienzos del siglo XIX, los Estados Unidos de Norteamérica, consideraron que las naciones liberadas del colonialismo español, tendrían que estar bajo su protección, con la “loable” intención de que las mismas no sucumbieran frente al reagrupamiento de los imperios europeos. La denominada Doctrina Monroe (1823), como táctica para la dominación de un continente, sirvió a los propósitos de sabotear el Congreso Anfictiónico de Panamá, incentivó, apoyó y financió toda la conspiración contra Bolívar y la unión colombiana. Fue nuestro Libertador Simón Bolívar quien lanzó el alerta sobre lo que se venía cuando escribió: “Los Estados Unidos de Norteamérica parecen destinados por la Providencia para plagar a la América de miseria en nombre de la libertad”. Ese es el verdadero destino manifiesto de la potencia del Norte.
En nombre de la libertad, en 1845, Jhon O’Sullivan, en el contexto de la invasión de Estados Unidos de Norteamerica al territorio de Texas para anexárselo, sintetizaría el destino manifiesto en la Democratic Review de la manera siguiente:

El cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia para el desarrollo del gran experimento de la libertad y autogobierno. Es un derecho como el que tiene un árbol de obtener el aire y la tierra necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades y el crecimiento que tiene como destino.

Hoy, igual que ayer recordamos a Bolívar y el destino predicho para los Estados Unidos de Norteamérica ,cuando el presidente Obama Corporation, en su papel de presidente del valeroso pueblo norteamericano, esgrime argumentos del destino manifiesto, en el sentido O’Sullivan, para justificar invasiones, guerras, amenazas, dominación ideológica y política contra todos los pueblos que pongan en duda el “derecho natural y providencial” del poderoso imperio que no es un árbol y por eso se nutre de sangre humana y no del aire; del imperio que invade territorios y conciencias.

Tranquilamente, leyendo en el telepronter lo que le escribió el Departamento de Estado, Obama, bajo la advocación del destino manifiesto, amenazó, ordenó invasiones, movilizó ejércitos contra Afganistán, Pakistán e Irak . A sus sangrientas invasiones llamó “esperanza”; a la dominación política “oportunidad de forjar futuro”; a la muerte “estabilidad”; al expansionismo lo llamó “seguridad común del mundo”; a la intervención militar “asesoría y ayuda”; al dominio ideológico “estrategia civil”; a la promoción de conflictos internos que debiliten a los movimientos de liberación de los pueblos la llamó “confianza mutua”; a la miseria de la guerra la llama “seguridad y prosperidad”; a los pueblos que luchan, “enemigos comunes”; al espionaje “servicio de inteligencia”; al poderío militar “diplomacia”y “persuación moral”.

Para el gobierno corporativo de los Estados Unidos de Norteamérica la única sociedad libre, con liderazgo suficiente para finalizar guerras y evitar conflictos; la única que puede tener armas nucleares, servicios de inteligencia, derramar la sangre de su pueblo y de otros pueblos, son ellos porque están destinados para respaldar la seguridad mundial, son herederos de una noble lucha por la libertad “Y debemos dejar claro a todo hombre, mujer y niño alrededor del mundo, que vive bajo la sombra de la tiranía, que Estados Unidos se pronunciará a favor de sus derechos humanos y velará por la luz de la libertad y la justicia, las oportunidades y el respeto por la dignidad de todos los pueblos. Eso es lo que nos define. He allí el origen, el origen de la autoridad moral de Estados Unidos” (Obama dixit)

Cualquier similitud de las palabras del párrafo anterior con las que anunciaban el inicio de un capítulo de la vieja serie del Supermán en blanco y negro, un poco mayorcito, algo fofo y vestido con un mono que le quedaba grande, volando más rápido que un avión y siendo más fuerte que una locomotora, no es casualidad, son los mismos… siguen creyendo en el destino manifiesto y lo invocan 164 años después, para intentar convencer a su propio pueblo que por encima de la pobreza, el hambre, la miseria a las cuales los someten, está el deber de gastar en armas y pertrechos para hacer la guerra; que sus hijos e hijas salen a morir para hacer realidad en esta tierra el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.